Caminar por Roma es un excelente plan. La ciudad es perfecta para recorrerla a pie y se pueden armar varios itinerarios para aprovechar mejor tu visita. La Fontana di Trevi, el Panteón de Agripa, la Piazza Navona y el Campo de’ Fiori se pueden ver en un mismo día y aprovechar el atardecer para hacer un paseo en barco por el Tíber, terminando con una cena en Trastévere, un auténtico barrio romano.
En un día se pueden recorrer el imponente Coliseo –imprescindible una visita guiada–, el Foro Romano y el monte Palatino, todos muy cerca entre sí. El Vaticano y sus Museos son una visita indispensable, pero agotadora. Para reponer energías, acercate a los jardines de la Villa Borghese, para volver por Piazza di Spagna.
No hace falta que conozcas todos estos lugares para enamorarte de Roma. En general, es amor a primera vista. La ciudad en sí misma es fascinante: más allá de las ruinas históricas, tiene pequeños detalles como fuentes –las Quattro Fontane de la iglesia San Carlino–, pequeños jardines y estatuas, que la convierten en un museo a cielo abierto. Además, está su exquisita gastronomía y la amabilidad de los italianos, que siempre nos hacen sentir bienvenidos.